miércoles, 10 de septiembre de 2008



REBELDÍA

Me gusta Neruda y Sabines,
Serrat y Juan Luis Guerra.
Viajo con Beethoven y su concierto de violines
poniendo polish a mi puerta.
Limpio mi casa bailando descalza
al compás del Cascanueces
y así las horas me van pasando,
hasta sentarme a rezar cuando anochece.
Por las mañanas, cuando me visitan las palomas
me platican su penar,
mientras las acaricio con mis manos,
una que otra preguntona
quiere saber qué se siente ser humano,
yo le pregunto, qué se siente volar...

“¡Salte de ese encierro!,
deberías ir más a las meriendas,
o juntarte con amigas en almuerzos”.
Me proponen algunos sin yo entender,
qué gusto le encuentran a juntarse
a hablar de enfermedades y de entierros.
Y entre platillos suculentos y sorbos de café
tirar el tiempo componiendo mundos ajenos;
por eso yo prefiero quedarme en casa
haciendo versos o tejiendo sueños,
pues ni de la carne
ni de problemas de otros me alimento.
Pero me animé una tarde a seguir el consejo…

“Me molesta tu cigarro,
¿no has pensadocómo vas a terminar
si sigues fumando?
con cáncer en los pulmones,
o en el hospital, con un infarto…”

O me aíslan como leprosa
o me obligan a no fumar…
¿Ahora ven por qué yo elijo
quedarme cortando rosas
o fregando platos al compás de un vals?
Qué me dicen ustedes,
que hablan tan “sabiamente”,
y me advierten sin cesar,
que por fumar y no salir
me daño severamente.

¿Qué es peor? si es que pueden contestar.
Fumar, barriendo y sacudiendo muebles
y orar por las tardes mientras me tomo un té,
escuchando desde mi jardín
a las palomas arrullar
o merendarte a tus semejantes
dos o más veces a la semana, cuando estás en un café
en el área de no fumar.

¿Qué piensan que es peor?
¿Llenarse los pulmones de humo,
o de indiferencia el corazón?


María Ayala

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